San Pedro, apóstol y primer papa de la Iglesia, es una figura central del cristianismo del primer siglo. Un humilde pescador convertido en un discípulo apasionado, fue elegido por Jesús como "la roca" sobre la que se asentaría la Iglesia naciente. A pesar de sus momentos de duda y negación, su fe se fortaleció con la resurrección de Cristo y se convirtió en un líder valiente, dispuesto a afrontar la persecución y el martirio para proclamar el Evangelio. San Pedro encarna la fuerza, la redención y el perdón divino. Llevar una medalla con su imagen significa aferrarse a un poderoso protector y guía espiritual mientras se avanza con confianza y convicción en la propia vida de fe.